La Responsabilidad En La Industria Musical Mexicana
Las muertes de Miguel Ángel Rojas Hernández y Berenice Giles Rivera exponen las grietas profundas que amenazan la seguridad de trabajadores y espectadores de la industria musical en México
FOTO POR MIGUEL MARTÍNEZ CORONA (24 HORAS)
El pasado sábado 5 de abril en el Parque Bicentenario de la Ciudad de México, dos personas, Miguel Ángel Rojas Hernández y Berenice Giles Rivera—fotógrafos trabajando para el medio Mr. Indie—perdieron la vida durante el festival Axe Ceremonia luego que una estructura cayera encima de ellos. Desde que se dio a conocer la noticia—primero a través de redes sociales y luego de medios establecidos —salían detalles confusos de los hechos ocurridos, algo que ha hecho del dolor de esta tragedia aún más grande.
Desde la noche del incidente—cuando el festival continuó pese a reportes oficiales que la alcaldía y el gobierno de la ciudad habían declarado suspendido—y hasta la mañana del domingo cuando oficialmente se canceló el segundo día de dicho evento, se ha vociferado solidaridad y pedido justicia para estas personas y sus familias, apuntando quien debería responder a estos cargos; incluso el domingo hubo una velada afuera del Parque Bicentenario donde fotógrafos, periodistas y miembros de la comunidad musical de México se reunieron para reafirmar dichas posiciones. Esta pregunta resuena fuerte, ¿quién es responsable de la seguridad de las personas que atienden y que trabajan en un festival? Por más que he tratado de resolverla, comprendo que es un problema mucho más grande de lo que parece.
Desde los organizadores del festival, la compañía concesionaria de eventos privados en este parque federal, las autoridades locales e inclusive federales y hasta los pequeños empresarios que asignaron a estos fotógrafos un trabajo por el cual no recibirían una compensación monetaria justa—si es que la hubiera–y mucho menos algún tipo de seguro o responsabilidad por sus empleados. Aunque de manera directa o indirecta, pienso que todos los actores e instituciones tienen responsabilidad en el suceso de estos hechos trágicos.
Las condiciones en las que se realizan los eventos musicales en México—tanto los pequeños shows como los conciertos de estadios y grandes festivales con actos internacionales—son precarias y mínimas, y aunque podemos apuntar a muchas razones de porque sucede esto en cada una de estas esferas, una de las que más me resaltan es porque así se hacen las cosas aquí. Estas condiciones son similares a las que los trabajadores en fábricas, los mineros, los campesinos, los funcionarios públicos en edificios viejos y sin mantenimiento—a merced del siguiente sismo— y trabajadores de oficinas sin rutas de evacuación o protocolos de seguridad, etc. están sujetos a realizar sus labores diarias. Abordar el transporte público—por lo menos en la capital del país—es un riesgo latente al igual que transitar en la vía pública—tanto como peatón como ciclista o automovilista. Institucionalmente, México no pone importancia a la seguridad de sus habitantes y la industria del entretenimiento es solo un reflejo más de esto.
Aunque todas las personas que trabajan en la realización de un evento de la magnitud del Axe Ceremonia deberían tener en mente la seguridad de público y trabajadores en todo lo que hagan, culturalmente no lo tenemos presente. La precariedad laboral en el país también obliga a que las personas no alcen la voz para evitar arriesgar su empleo. Se necesita un equipo que se dedique a la seguridad del evento y no por eso me refiero a quienes no permiten el paso de sustancias ilícitas o que quieran subirse al escenario. Tristemente, estos son departamentos que—si es que existen en una organización—trabajan en condiciones muy austeras. Inclusive es común que las áreas de primeros auxilios no cuentan con el equipo o el personal para atender una emergencia médica, ni hablar de los estragos vehiculares que provocan estos eventos que hacen del traslado a hospitales sea una tarea extremadamente difícil y tardada. Este es un problema sistémico que debe resolverse, primero, en las altas esferas de cada eslabón de la cadena.
Algo que queda claro es que la muerte trágica de Berenice y Miguel Ángel pudo haberle ocurrido a cualquiera; dicho esto, no sabemos si la reacción ante sus muertes prematuras hubiera sido igual si las víctimas hubieran sido gente del público en general, influencers, miembros del equipo de producción o talento. Es una pregunta que resuena fuerte, sobre todo dentro de la industria porque, al final, somos la gente que trabaja dentro de este y todos los festivales. Aunque no estemos en su nómina, todos los que trabajamos en este sector jugamos un papel importante en la realización de eventos como conciertos y festivales, en el lanzamiento de discos y sencillos, en crear una escena que produzca a artistas que aparecen en estos grandes festivales y que lleguen al siguiente nivel. Pienso que todos tenemos responsabilidad de nuestra seguridad así como de la prosperidad de la industria, aunque—igual que la repartición de las ganancias monetarias—hay quienes tienen más responsabilidad que otros.
Me sumo a la demanda por justicia, que se siga la ley para castigar y compensar por las negligencias ocurridas. Más que nada, quisiera pensar que estos hechos trágicos provocarán un cambio drástico para los que trabajamos y disfrutamos de la música en México. Espero que se hagan acciones para minimizar el riesgo en festivales y conciertos, establecer una relación más equitativa entre los empleadores y empleados de este gremio, y sobre todo, tener el conocimiento que estamos en el mismo barco.
También me gustaría llamar a la autorreflexión de los que trabajamos en la industria musical y dejar de aceptar regalar nuestro tiempo y esfuerzo a cambio de no pagar por entrar al evento para cumplir con nuestro deber, y a su vez, dejar de recurrir a esta práctica si no se puede compensar monetariamente a un colaborador; saber que, aunque no les solape una empresa trasnacional multimillonaria, señalar a los que replican estas prácticas malsanas y exigirles igual que a los grandes empresarios. Invito a desarrollar una conciencia para que, desde abajo, podamos tener una industria más sana.
Quisiera que pudiéramos garantizar la seguridad de todes en los eventos musicales—y en la vida diaria de los ciudadanos. En un mundo ideal, la muerte de Miguel Ángel y Berenice provocaría una revisión profunda a las condiciones que permitieron que su vida fuera interrumpida de manera tan abrupta, y desde lo más alto hasta lo más bajo, lograr que los estándares de seguridad—y la manera en la que realizamos nuestro trabajo—sean mejores para todos.
En memoria de Al Barrile, guitarrista y fundador de SS Decontrol, arquitecto del hardcore bostoniano y pilar del straight edge.
En memoria de Dave Allen, bajista original de Gang Of Four
En memoria de Clem Burke, baterista fundamental de Blondie quien además tocó con Eurythmics, Iggy Pop, Bob Dylan, The Romantics y un largo etc.